Por Pilar Suescún
La historia más temprana de la fotografía en nuestro país debe revisarse alrededor del retrato, debido a que la gran mayoría de imágenes que se hicieron durante el siglo XIX son de este tipo.
Los retratos de ese entonces estaban condicionados aún por las limitantes técnicas del daguerrotipo, cuyos tiempos de exposición prolongados llevaban a poses y rostros rígidos. La tendencia de la época era de decorados muy sencillos, con pocos o ningún elemento; paulatinamente se incluyeron telones de fondo, que empezaron a singularizar el trabajo de uno y otro fotógrafo.
Título: Tomás Cipriano de Mosquera
Creador: Demetrio Paredes
Fecha de creación: Ca. 1870
Ubicación física: Museo Nacional de Colombia, Bogota D.C.
Dimensiones físicas: 9,2 x 6,2 cm
Tipo: Litografía
Técnica artística: Copia en albúmina sobre cartón
Recuperado de https://artsandculture.google.com/asset/tom%C3%A1s-cipriano-de-mosquera-demetrio-paredes/JQGiGvONdC97aQ?hl=es
Para el momento se podían identificar dos tipos de fotógrafos en nuestro territorio: los llamados “fotógrafos transeúntes”, que eran extranjeros que comerciaban fotografías durante sus recorridos entre quienes se destacan Goni, Sagué, Emilio Herbruger y el italiano Vicente Pacini.
El otro grupo de fotógrafos eran los nativos y los extranjeros que se radicaron en el país, como Julio Racines, los Escovar de Medellin, García Hevia y Gutiérrez Ponce. Entre este grupo el retratista más destacado fue Demetrio Paredes, llamado el fotógrafo del radicalismo liberal, y cuya obra marcó el inicio del uso político de la fotografía.
Los retratos eran la única forma de sacar provecho económico de la fotografía, así que se copiaron las formas y estilos europeos, por lo cual se popularizó la tarjeta de visita, una pieza fotográfica de pequeño formato introducida entre 1855 y 1856, con la cual muchos fotógrafos se lucraron con imágenes de personalidades políticas de la época y de proceres de la independencia. Durante el decenio de los sesenta, se abrieron varios negocios de fotografía en Bogotá, pero también en Cúcuta, Cali, Medellín, mientras que en la costa pacífica itineraba Tomás Acevedo.
Los fotógrafos defendían su trabajo como una de las bellas artes, sin embargo, el contexto comercial del oficio los llevaría a alinearse con artesanos, zapateros y sastres. Fue tal el auge del retrato fotográfico, que en 1865 Domingo de la Rosa ofrecía clases para quienes quisieran practicar la profesión.
No faltaron los pleitos entre los fotógrafos que alegaban mejor técnica y calidad de los retratos, como lo muestra el anuncio de Baraya citado por el Taller la huella que dice: “Para juzgar si una fotografía es buena o no; para saber si un retrato es parecido a su original o no, basta con tener ojos que vean, aún cuando uno no sepa retratar ni todo, todo, lo relativo a la fotografía. Un buen fotógrafo es bueno i su fotógrafo lo es, cuando es parecido aquel a su original; pero cuando los retratos quedan como los que se hicieron en cierta época, de la señora madre del señor F. Pieruzzinni, o como los del señor NN, que tenemos en nuestro poder, apenas son regulares” (p.17).
Es el retrato fotográfico el género que consolidó la fotografía en nuestro país. Los fotógrafos del siglo XIX inauguraron un uso comercial que sentaría las bases de un mercado que florecería años después con la popularización e industrialización de la fotografía.
Fuente: ( Taller la Huella. (1983). Crónica de la fotografía en Colombia (C. Valencia (ed.)).
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