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El lente como testigo: el Premio Colombo Suizo de Fotografía

  • nuevafotografiacol
  • 16 jul
  • 7 Min. de lectura

*Este contenido fue generado con ayuda de un IA y fue revisado por un editor especializado


En la historia cultural de la Colombia del siglo XXI, pocos galardones han logrado la resonancia y la trascendencia del Premio Nacional Colombo Suizo de Fotografía. Activo durante doce años, entre 2005 y 2016, este certamen se erigió como una iniciativa fundamental, situada en la encrucijada donde convergen la diplomacia cultural internacional, la política artística nacional y un profundo compromiso con los derechos humanos y la construcción de paz.


El inicio: una alianza estratégica entre el ministerio de cultura y la embajada de Suiza


El nacimiento del Premio Colombo Suizo de Fotografía en 2005 no fue un hecho aislado, sino el resultado de una confluencia de voluntades institucionales y una clara visión estratégica que vinculaba el arte con objetivos sociales y políticos concretos. Su estructura y misión revelan un sofisticado entendimiento de la diplomacia cultural, concebida no como un mero intercambio estético, sino como una herramienta de intervención y apoyo en contextos de alta complejidad social.


El premio se fundamentó sobre una sólida alianza entre dos instituciones clave: el Ministerio de Cultura de Colombia y la Embajada de Suiza en Colombia. Esta colaboración fue el pilar que sostuvo el galardón a lo largo de sus doce años de existencia. Por parte del Estado colombiano, el premio se integró dentro del "Programa Nacional de Estímulos a la Creación y a la Investigación", una política pública diseñada para fomentar el desarrollo artístico y cultural del país a través de becas y reconocimientos. Esta inserción le confirió al premio una legitimidad nacional y lo alineó con los objetivos de la política cultural colombiana, asegurando su difusión y relevancia dentro del circuito artístico local.


Por parte de Suiza, la iniciativa fue canalizada a través del Fondo Cultural Suizo, un instrumento de su política exterior. La participación suiza no era un simple patrocinio; formaba parte integral de las "actividades de Suiza a favor de la paz y de los derechos humanos en Colombia". Este enfoque demuestra un modelo de diplomacia cultural que va más allá de la promoción de sus propios artistas en el extranjero. En cambio, representa una inversión estratégica en el tejido cultural del país anfitrión, identificando y apoyando a creadores locales cuyo trabajo dialogaba con los temas que la diplomacia suiza consideraba prioritarios. La colaboración, por tanto, fue simbiótica: Colombia ofrecía el contexto, los artistas y la infraestructura institucional, mientras que Suiza aportaba los recursos, una perspectiva internacional y un marco conceptual enfocado en la paz y los derechos humanos.


Misión y Objetivos: Más Allá de la Fotografía


Desde sus primeras convocatorias, la misión del premio fue explícitamente doble. Por un lado, buscaba fortalecer las relaciones culturales entre Colombia y Suiza. Sin embargo, su objetivo más profundo y definitorio era utilizar el poder de la imagen para dar reconocimiento a los derechos humanos y la construcción de libertades. Las bases del concurso invitaban a los fotógrafos a abordar temas cruciales para el contexto colombiano, como la reconstrucción del tejido social, las diferencias sociopolíticas y la memoria colectiva e individual.


Esta misión se consolidó a lo largo de los años, convirtiéndose en el mayor reconocimiento de fotografía a nivel nacional precisamente por su valiente y sostenido enfoque en la relación entre el arte y los derechos humanos. Patrick Egloff, Encargado de Negocios de la Embajada de Suiza, afirmó que el espíritu del premio siempre fue recuperar la memoria histórica a partir de la fotografía artística, enmarcada en el respeto a los derechos humanos. De este modo, el galardón se posicionó como un testigo desde el arte de las diferentes aristas del conflicto, incentivando a los artistas a convertirse en cronistas visuales, investigadores y poetas de una realidad a menudo dolorosa pero siempre compleja.



Evolución temática (2005-2016)


El Premio Colombo Suizo de Fotografía no mantuvo una temática estática a lo largo de sus doce ediciones. Por el contrario, las convocatorias evolucionaron en su lenguaje y enfoque, actuando como un sismógrafo sensible a los cambios en el discurso sociopolítico de Colombia durante una década de profundas transformaciones. El análisis de esta trayectoria temática revela cómo el premio dialogó con la realidad nacional, afinando progresivamente su lente desde conceptos amplios hacia problemáticas cada vez más específicas y complejas. Esta evolución puede ser vista como un registro discursivo del camino de Colombia hacia los Acuerdos de Paz de 2016.


La evolución temática del Premio Colombo Suizo de Fotografía, a lo largo de sus doce ediciones entre 2005 y 2016, funcionó como un barómetro del cambiante discurso sociopolítico de Colombia. En sus inicios (2005-2007), las convocatorias se articularon en torno al concepto amplio y universal de "tolerancia", abordando temas como la convivencia intergeneracional y problemáticas sociales generales. Esta elección inicial representó un punto de partida estratégico para una iniciativa de diplomacia cultural que buscaba incidir en un contexto de conflicto activo de manera prudente pero con una clara dirección ética.


A partir de 2008, el premio adoptó un lenguaje más sofisticado y específico, reflejando la maduración del debate público en Colombia sobre la guerra y sus secuelas. Se incorporaron conceptos como migración, territorio, memoria e identidad de género, que eran centrales en la discusión nacional. Las convocatorias se hicieron progresivamente más explícitas, como en 2013, cuando se solicitaron trabajos sobre derechos culturales, la memoria colectiva e individual encaminada hacia la reconstrucción del tejido social.


En su etapa final (2014-2016), coincidiendo con el avance de las negociaciones de paz en La Habana, el discurso del premio se consolidó de manera decidida en torno a "la construcción de la paz y el respeto a los derechos humanos". El galardón se convirtió así en un espacio para imaginar visualmente el postconflicto. Esta trayectoria, desde la "tolerancia" hasta la "construcción de paz", demuestra cómo el premio no solo fue un testigo, sino un participante activo en la conversación nacional durante una década de profundas transformaciones.


El fin de una etapa para la fotografía colombiana


Un hecho de gran carga simbólica ocurrió en 2018, durante la inauguración de la exposición retrospectiva del premio. En ese mismo evento, el Ministerio de Cultura entregó su Premio Nacional de Fotografía a Jesús Abad Colorado. Este acto puede interpretarse como el cierre de un ciclo virtuoso. Abad Colorado, la figura más emblemática de la fotografía del conflicto en Colombia, había participado como jurado del Premio Colombo Suizo, prestando su autoridad moral y artística al proceso de selección. Que años después fuera honrado con el máximo galardón nacional en el evento que celebraba la historia del premio Colombo Suizo, fusionó simbólicamente el legado de este último con el reconocimiento oficial de la nación a su más importante cronista visual. Fue la confirmación definitiva de que la misión y los valores que el premio Colombo Suizo había defendido durante doce años se habían integrado plenamente en el corazón de la narrativa fotográfica nacional.


El Premio Colombo Suizo de Fotografía, tras su conclusión en 2016, dejó un legado multifacético y profundo en el panorama artístico de Colombia. Su impacto no se limita a la lista de doce ganadores, sino que se extiende a la consolidación de una generación de fotógrafos, la creación de un archivo visual invaluable para la nación y la formalización de su propia historia a través de exposiciones retrospectivas que cimentaron su importancia. El premio actuó como un catalizador que no solo reconoció el talento existente, sino que también ayudó a dar forma a un discurso fotográfico más crítico, diverso y socialmente comprometido.


Para los doce artistas galardonados, el premio fue a menudo un punto de inflexión en sus carreras. Más allá del estímulo económico, que proporcionaba los medios para seguir produciendo, el reconocimiento funcionó como una poderosa plataforma de validación y visibilidad. Ganar el Colombo Suizo se convirtió en un sello de calidad que abría puertas a nuevas oportunidades, tanto a nivel nacional como internacional.

Finalmente, el impacto del premio se puede medir en su contribución al discurso artístico y público en Colombia. A través de sus convocatorias, sus jurados y los trabajos que reconoció, el galardón fomentó un tipo de práctica fotográfica éticamente comprometida, conceptualmente rigurosa y profundamente reflexiva. Se organizaron paneles y debates para analizar el impacto que los proyectos tenían no solo en la carrera de los fotógrafos, sino también en las comunidades retratadas, promoviendo una conciencia sobre la responsabilidad del artista. Al enfocarse consistentemente en los derechos humanos y la construcción de paz, el premio ayudó a legitimar el rol del fotógrafo como un actor social, un investigador y un agente de memoria. Contribuyó a crear un clima en el que la fotografía documental y artística no fuera vista como un mero registro, sino como una herramienta poderosa para el análisis social, la sanación simbólica y la construcción de una paz duradera.


El Premio Colombo Suizo de Fotografía (2005-2016) se erige, en retrospectiva, como un proyecto cultural de singular importancia y éxito en la historia reciente de Colombia. Su concepción como una alianza estratégica entre el Ministerio de Cultura de Colombia y la Embajada de Suiza trascendió el formato de un concurso de arte para convertirse en una plataforma sostenida para la creación, la reflexión y el diálogo social. Durante doce años, en una de las décadas más complejas y definitorias para el país, el premio se mantuvo firme en su misión de utilizar la fotografía como un instrumento para la defensa de los derechos humanos, la construcción de la memoria histórica y la promoción de la paz.


El Premio Colombo Suizo de Fotografía demostró el inmenso potencial de la diplomacia cultural cuando se ejerce con sensibilidad, compromiso a largo plazo y un respeto genuino por el contexto local. No fue un proyecto que buscara imponer una agenda, sino uno que supo identificar y potenciar las voces de los creadores colombianos para que fueran ellos quienes contaran sus propias historias. El premio no solo otorgó galardones a fotografías; ayudó a forjar y a validar un modo de ver, una forma de entender y una manera de recordar. Su historia es la memoria de un premio, pero es también, y sobre todo, la imagen de un país.

 







 
 
 

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