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¿Y la fotografía post mortem, para qué?

Entrega 1 de 3*



*El presente artículo hace parte de la investigación titulada “La función social de la fotografía post mortem en la obra de Gerardo López (1941-1950). Repositorio Universidad Jorge Tadeo Lozano.


“La obra maestra del hombre es perdurar”.

Wolfgang von Goethe


La necesidad histórica que el hombre ha manifestado por dejar una huella de su paso por la tierra, “viaja paralelo al interés que determinados momentos históricos han tenido por reflejar en un soporte dado la apariencia de las cosas” (Benkard 2013, 22). La huella como recordación funge como elemento que perdura en el tiempo y está ligada al paso del hombre por el estado de la vida, debido a que la muerte lo acompaña desde el momento mismo de empezar su existencia: “el niño que nace lleva en sí una promesa de muerte, es ya un-muerto-en-potencia” (Thomas 2015, 7).


Al ser la muerte un hecho indisociable de la existencia, se crea la necesidad de trascender aún después de abandonar la vida, y la muerte es acogida por la humanidad, tomando diferentes significados, de acuerdo con el momento histórico y el contexto sociocultural abordado.


En consecuencia, la práctica mortuoria ha experimentado diversos cambios a lo largo de la historia, marcados por la consigna de perdurar en la memoria de los que le sobreviven, porque la verdadera muerte acontece cuando la persona fallecida es olvidada por la última persona viva que la recuerda.


Desde sus inicios la imagen ha sido la técnica de comunicación por excelencia, y ha estado vinculada a la muerte como contraposición a ella. En palabras de Debray: “El nacimiento de la imagen está unido desde el principio a la muerte. Pero si la imagen arcaica surge de las tumbas, es como rechazo a la nada y para prolongar la vida” (Debray 1992, 19).


De esta manera, desde la era cuaternaria diversos métodos de representación han procurado dilatar el recuerdo, seguidos por la representación escultórica de las efigies, la mímesis por contacto (máscaras mortuorias), la expresión pictórica, y posteriormente la fotografía post mortem. Actualmente, la fotografía proyecta esa mímesis por medio de los rayos de luz fijados en un soporte fotosensible, que posteriormente son almacenados en un archivo, catalogados y ordenados, para así configurar narraciones aleatorias en álbumes familiares.


Para el ser humano la relación con la muerte es un tema atávico, por un lado, se habla de la aceptación con la justa solemnidad del acontecimiento como parte de la vida (Ariès 2011, 27), y desde otro punto de vista, de la negación, del ocultamiento y del pánico de enfrentarse a la muerte (Morin 1967, 27).


igualmente, es innegable que el nacimiento de la imagen como elemento representativo de un sujeto u objeto, está irremediablemente ligado a su muerte. Autores como Virginia De La Cruz Lichet han realizado un amplio estudio sobre la tradición del retrato post mortem en España “El retrato y la muerte- La tradición de la fotografía post mortem en España”. Su indagación comprende el inicio de la representación pictórica post mortem hasta el uso de la fotografía. Como resultado, De La Cruz Lichet produce conceptos que remiten a características específicas de este tipo de fotografía, y construye categorías que permiten la clasificación de las actitudes respecto de la muerte y su registro para la memoria.


Las categorías propuestas por De La Cruz son: “fotografía fúnebre” y “post mortem”. En este sentido, la primera se considera como una gran categoría que contiene a la segunda, y se refiere “al rito funerario en general como podría ser el registro del transporte del feretro, la fotografía de lápidas, o incluso de una procesión fúnebre o de un retrato familiar realizado durante un funeral” (De La Cruz 2013, 21).




Gerardo López, 1949. Fuente: Archivo General de la Nación.


A su vez, la segunda categoría denominada “fotografía post mortem” tiene un espectro reducido, y alude específicamente a la fotografía del cuerpo sin vida. Así, por ejemplo, en el trabajo del fotógrafo santarrosano Gerardo López (entre 1941-1950) convergen series de fotografías fúnebres que se enmarcan o pueden ser referenciadas en las categorías mencionadas por De la Cruz Lichet.



Gerardo López, 1948. Fuente: Archivo General de la Nación.





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