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Fotografía y realidad

Por: Julián Arturo Espinel Cely


Verlo todo arder. Ver el fuego de la historia alimentarse de la madera de los

acontecimientos e intentar capturar el instante mismo de la combustión. Son algunos de los supuestos que alimentan la fotografía en escenarios históricos, o, pueden ser, los presupuestos que dirigen el foco de la mirada en retrospectiva una vez el hecho se ha consumado, una vez se ha pasado del acontecimiento al dominio público.


Pensar sobre la relación entre el acontecimiento retratado y sus implicaciones

públicas requiere partir de puntos sensibles de las funciones de la fotografía, el accionar del fotógrafo y las necesidades del público de acceder a la producción de estas capturas. No toda la discusión sobre este asunto puede ser vista desde el ángulo estético, lo que no excluye la exigencia de la cualidad de la imagen, y, tampoco su legitimidad como registro histórico. Cuando se habla de fotografía y sus implicaciones públicas, se revela una problemática de tres bandas: estética, informativa e historiográfica. Cuando se dispara la cámara, y se hace la selección de la imagen, se hace también una selección sobre este problema.





En términos de fotografía, no hay estética sin técnica, y esto por razones evidentes

de producción de la imagen. Sin embargo, y tal como sucede al apreciar una imagen, hay asuntos tan complejos de desentrañar como aquellos que parecen más evidentes. Sin duda, este es un lugar común para fundar una interpretación, este lugar común, expone un punto ineludible en la comprensión de la fotografía y de sus implicaciones: el problema de la realidad.


Toda fotografía es una selección, (Sontag, 2006, p.15), o una imposición, de aquello

que debe ser visto o de lo que merece la pena ser conservado para ser visto. Este

presupuesto tiene en sí mismo la relación de los elementos humanos y técnicos dispuestos sobre la realidad para realzar mediante el acto de la captura, las operaciones de selección y disposición de lo que debe ser conservado y mostrado; operaciones que, si se observan con cierto cuidado óptico no son para nada inocentes o caprichosas, por más que la producción fotográfica sea una de las áreas creativas humanas donde el imperio del azar es incuestionable.


Por supuesto, estas operaciones no pueden ser juzgadas como producto de la inercia

de quien posee la cámara o de la urgencia de capturar y revelar, la fotografía misma encarna parte de los problemas fundamentales en la definición de la realidad: el conocimiento de la misma, (Vilches, 1997, p.15). Un problema que tiene en sus bases conflictos conceptuales tan contradictorios como el de semejanza, el de registro o el de arbitrariedad: ¿La realidad se asemeja a la fotografía o la fotografía a la realidad? ¿Es la fotografía el registro de la realidad? ¿Es la relación entre la fotografía y la realidad tan arbitraria como sucede entre las palabras y las cosas?


La fotografía es un trazo visible reproducido por un proceso mecánico y

psicoquímico de un universo preexistente, pero no adquiere significación sino por el

juego dialéctico entre un productor y un observador. Son ellos quienes plantean la

pregunta sobre la imagen: ¿La imagen es reflejo del mundo o produce la presencia

del mundo? La imagen tiene significación porque hay personas que se preguntan sobre

su significado. Cuando se deja de interrogar a la imagen esta es secuestrada por la

norma, la ley y el estereotipo. Los prejuicios sobre la imagen son la policía del

sentido. (Vilches, 1997, p.14)


El espectador, no hace una observación transparente, su observación está

mediada, puede ser intervenida por factores culturales tan determinantes en la

interrogación de la imagen, según sus términos, como los elementos ópticos,

ambientales y técnicos que rigen la producción de la misma. Es decir, el proceso de

interrogación de la relación entre imagen y realidad, está sujeto a procesos

determinantes de la misma realidad en la que la imagen es expuesta. La realidad

retratada y la realidad de exposición, son un campo azaroso en la interpretación de

la fotografía.


Dicha problemática, se ve atravesada por tres elementos que Vilches (1997) define

como la conflictividad de la relación entre fotografía y realidad: la semejanza, la analogía y la motivación. En el primer caso, la correspondencia se da entre el contenido cultural del objeto y la imagen, y no entre el objeto real y la imagen, es así que el contenido de la imagen es una convención cultural. En el caso de la analogía, se establece que no hay semejanza entre la imagen y el objeto, sino que se realiza una selección de criterios de proporcionalidad del objeto, en el que se acude a los términos medios para determinar la analogía. (Vilches, 1997, p.19).


Finalmente, la motivación, basada en la intención del fotógrafo al realizar la

captura y del consumo de la imagen por el espectador, implica las condiciones operativas que se desatan en el momento mismo de producción de la imagen – en el primer caso, aquellos determinantes como la luz, la óptica, el tiempo …- y la experiencia cultural que interviene en los criterios de apreciación de la imagen – en el segundo caso-, (Vilches, 1997, p.20).


Retomando los cuestionamientos sobre el problema de la realidad, de la fotografía

como medio de conocimiento de esta y de su legitimidad como constatación de la misma, se entiende que, al ser una producción surgida de la intervención de la operación humana sobre unos materiales técnicos, (Vilches, 1997, p.13), busca, si no la comprensión de un “algo”, la posibilidad de colmar los vacíos mentales que hay en la representación de la realidad en la relación presente y pasado (Sontag, 2006, p.42).


Y esta confluencia permite entender que el problema de la realidad, desde la

articulación entre estética y técnica en la fotografía, no es únicamente un problema de símiles, es un trabajo que penetra hondamente en la representación del mundo, en la construcción de horizontes de sentido, desde los insumos iconográficos que se necesitan para esto, en tanto selecciones de la realidad - una “estrecha diapositiva selectiva”, (Sontag, 2006, p.19)- y que por lo tanto hacen parte de la cantera simbólica con la que se interpreta gráficamente al mundo, como se hace con sus predecesores, el dibujo y la pintura. (Sontag, 2006, p.20).


Bibliografía

Sontag, S. (2006). Sobre la fotografía. Alfaguara. México

Vilches, L. (1997). La lectura de la imagen; Prensa, cine, televisión. Ediciones

Paidós Ibérica SAS. Barcelona

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